domingo, 19 de octubre de 2014

Emprender en el hogar familiar

A veces, cuando oigo hablar a mis padres, me duele que nos separen tantas cosas. Aunque me duele más saber que hay que darlos por perdidos, que por mucho que intentes explicarles que sólo porque en su época las cosas se hacían así o asá ahora no tiene que ocurrir igual.

Una de estas grandes barreras generacionales que he identificado últimamente es la de las nuevas clases de empleo. Me refiero a esos trabajos que no consisten en ir a una oficina de 8 a 3 para recibir tu nómina en la cuenta corriente a fin de mes. Para ellos, cualquier cosa a la que dediques tu tiempo que no sea enfocada a conseguir un empleo de estas características es una pérdida de tiempo. ¡Qué de pájaros en la cabeza tiene este niña! ¿Cuánto tiempo piensas seguir así? ¿No crees que deberías dejarte ya de tonterías? ¿Es que no tienes ganas de irte de casa?

Y eso que yo de verdad he intentado encontrar trabajo en mi campo, pero en fin, la cosa de momento no ha salido y hago mis cositas para sacarme cuatro duros. Pero en su opinión siempre habrá algo mejor que hacer que lo que esté haciendo yo. Ni siquiera cuando paso horas y horas sentada delante del ordenador BUSCANDO TRABAJO están contentos. ¡Todo el día con el ordenador! ¿No te aburres? ¿Y si te apuntas a algún curso? SEÑOR, DAME PACIENCIA. Por supuesto no entienden el alcance o la utilidad que tiene cada una de las red sociales que manejo, desde linkedin a instagram, pero yo de verdad que ya renuncio.

Dado mi fracaso hasta el momento de meter la cabeza en el sector privado, hace un par de semanas (después de otra llamada diciéndome que "no encajo en el perfil que buscan") se me fue la pelota y me rendí: solicité plaza en el máster de formación del profesorado con vistas a hacer oposiciones a profesora de informática. Era una idea de mis padres, preocupados por que tenga un sueldo fijo y una estabilidad, y llevaban meses machacándome con el tema. Así que pensé, bueno, está bien, odiaré el trabajo si alguna vez lo tengo pero tendré buen sueldo y mogollón de vacaciones. Como si fuera una broma cruel del destino el plazo para solicitar los másteres empezaba justo ese día. Qué bien, ¿no?

Pues no, ni por asomo. La perspectiva de subir en autobús a Granada todos los días durante un año para hacer algo que no me motivaba era, cuanto menos, deprimente. Y tras unos días de bajonazo y pity party tuve otra revelación: de master de profesorado nada, uno de lo mío. Sería duro subir y bajar cada día, igualmente, pero al menos haría algo más relacionado con mis estudios, me reciclaría y me serviría para el CV.

La verdad es que yo prometí en su día que después de la carrera un máster lo iba a hacer mi prima la del pueblo, pero un año y medio en el hogar familiar hacen estragos en los principios de cualquiera.

Así que nada, esta entrada ha sido un poco por desahogo más que nada porque... empiezo MAÑANA: Soy oficialmente estudiante del Máster en Desarrollo de Software.

Intentaré por todos los medios compaginarlo con proyectos personales, pero no se hasta qué punto se me va a complicar la vida así que voy a intentar no organizarla con objetivos demasiados ambiciosos. Al menos, de momento. Pero está claro que en estos años que nos han tocado vivir a los jóvenes en España, o tragas por cuatro duros o te lanzas a la aventura. Y dado que no voy a tener tiempo material para entregárselo a una empresa a jornada completa, algo habrá que probar, ¿no?

Deseadme suerte (y paciencia, mucha paciencia, que la voy a necesitar).

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