viernes, 29 de agosto de 2014

Mis 10 imprescindibles de IKEA

Me encanta IKEA. ¿Qué digo me encanta? Me rechifla. Me fascina. Me embelesa.

Seamos realistas: No está la cosa como antiguamente, que te comprabas unos muebles que tenían que durarte media vida (si no la vida entera). Los precios del gigante sueco te permiten amueblar un piso con una inversión muy asequible. Y si dentro de 5 años quieres empezar a renovar no te carcomen la conciencia ni el dinero invertido ni deshacerte de un mueble barato.

Porque, seamos realistas, si Ikea es barato es porque no vende maderas nobles. ¿Y qué? ¿Qué problema hay? Ellos no intentan engañar a nadie y aunque tienen un target muy amplio, no es el de aquellos que compran un comedor de caoba para 12 personas.

Me encanta ir a Ikea y pasearme por la zona de exposición viendo ideas para estancias. No me canso. Podría ir 100 veces aunque no cambien nada. Me encanta la decoración y esta gente sabe del tema. Probablemente porque en Suecia pasan tanto rasca que dedican mucho tiempo a estar en casa, y el interiorismo se convierte en una prioridad para no perder el coco.

Yo lo tengo claro. En cuanto me emancipe con Novio, el piso lo ponemos de Ikea de arriba a abajo. De hecho, espero secretamente que no tenga cocina, porque estoy ENAMORADA de un par de cocinas. Pero ya se sabe que no está la cosa para tirar cohetes... así que bueno, en principio, me conformaré con un piso alquilado que yo pondré bonito. Pero pongo a Diox por testigo que algún día tendré MI COCINA.

Mientras tanto, sin saber qué sofá escogeré escogeremos, ni cuantas estanterías, ni si cabrá en el piso una mesa de comedor o tendremos que comer en la mesa de café delante de la tele, yo ya tengo mis imprescindibles de Ikea. Los que sí o sí, tengo que tener o me revolcaré por el suelo llorando y pataleando.

1. Carrito Raskog Turquesa

Y sí, tiene que ser el turquesa. Toda scrapera tiene uno y yo no puedo ser menos. Es más, en mi casa ya hay uno, se lo enseñé a mi madre en la última visita a Ikea y la "muy" se lo compró para ella. Yo no pierdo la esperanza. Algún día, será mio. No sólo es práctico, es que es una MONADA.


2. Plantas artificiales


Soy el azote de toda vida vegetal. La viuda negra de las plantas. Una serial killer de jardín. Yo he matado una aloe vera. Pero soy humana, y me gusta el verde una casa y la alegría que dan unas flores bonitas. Yo lo tengo claro: plantas de mentira. Mi casa más chuli, yo no mato seres vivos inocentes e indefensos y lo que me cuesta la maceta me lo ahorro en agua. 

3. Maceteros

Para colgar, imitando encaje, de colores, en forma de jarra. Los maceteros son lo más. Además, algunos sirven también como lapiceros y almacenaje. ¿Qué más se puede pedir?


4. El invernadero

¿Y qué mejor lugar para llenarlo de plantitas con monísimos maceteros que este precioso mini invernadero?
No tengo más preguntas, señoría.

5. Faroles

Qué agradable es estar acurrucadita con tu amorcito en el sofa viendo una peli con luz tenue. Pues para eso quiero estos faroles. Mira que yo no soy muy de velas, pero estoy dispuesta a hacer el sacrificio.



6. Cajas

Si hay algo que ofrece Ikea son opciones de almacenaje. Cajas, cestas, módulos apilables... A mi me encantan estas sencillas, con tapa y con etiqueta.


7. Mesas multiusos

Una mesa siempre viene bien. Para comer, para el ordenador, para scrapear o hacer otra manualidad, para jugar a juegos de mesa o simple decoración. Me gusta este modelo sencillo que pega con todo.


8. Mueble zapatero

Lo reconozco. Tengo más zapatos de los que debería. Sobre todo porque se me acumulan de una temporada para otra y me cuesta desprenderme de algunos de ellos por muy hechos polvos que estén. Por eso es importante para mí tener un lugar cómodo para almacenarlos. Ahora mismo tengo un cajón con ruedas debajo de la cama y no me parece ni cómodo ni práctico... Este mueble, que ocupa muy poquito pero le caben muchos pares, me tiene loca. Pongame 2 para mí, y 1 para Novio. Me los llevo puestos. Gracias.


9. Espejo de cuerpo entero

En toda casa debe haber al menos un espejo de cuerpo entero. Debería estar recogido en la Constitución como derecho fundamental. Este además, tiene espacio para colgar esa ropa que te has puesto una vez, no has colgado en el armario por pereza y aun es limpia como para meterla en la lavadora.


10. Marcos

Me rechiflan las paredes llenos de marcos diferentes y por supuesto Ikea ya lo tiene todo previsto. Los hay para todos los gustos y con un precio tan amigable que puedes permitirte el lujo de pintorrearlos del color que quieras si no encontrases uno perfecto para tí.



Yo tengo en casa el famoso Tolsby, por apenas un eurito, con el que hice un minialbum.



Y bueno, a quien quiero engañar, por supuesto que ya he elegido el sofa (incluso el color).




Me gusta esta estantería



Y moriré de pena si no tengo esta monada de escritorio esquinero:


No te preocupes, Novio. Tu puedes elegir la tele :D



(Todas las imágenes son de la web de Ikea)




martes, 12 de agosto de 2014

Collar de plástico mágico

Preparé este tutorial hace un montón, y por razones que desconozco, se borró :/

Rehacer cosas es algo que me da una pereza infinita así que entre eso y el estrés de estas semanas se ha alargado hasta hoy que vuelva a sacar un rato.

Lo que vamos a hacer es el collar de banderolas de plástico mágico que puse hace un tiempecito en Instagram.


La verdad es que queda muy bonito y resultón (aunque no lo parezca por mi cara de limón en la foto... Me haría otra algo más contenta de vivir, pero manejo unos pelos ultimamente que como para retratarme, vaya...).

El plástico mágico lo compré online, y como podéis ver en la foto, parece una lámina de acetato. También lo venden en blanco, negro, de colores, con dibujos ya hechos e incluso especial para impresora. Yo compré el básico, que pensé que me daría más juego. Para decorarlo uso rotuladores permanentes. También valen con tintas permanentes, pero las mías son al agua y se borran con el dedo, los rotus no.



Dibujamos lo que queramos en el plástico mágico. En mis hojas se ven las banderolas del collar, mi llavero de XO, el ukelele de la Mini-Hawaiana que puse hace poco en Instagram y alguna cosa más. Mi nombre, por ejemplo, se estropeó, porque estuve tan loquísima que le saqué los huecos a las letras y después del horno me lo cargué. Sí, el plástico va a pasar por el horno, pero como dijo Jack, El Destripador: vayamos por partes.


La característica del plástico mágico es que expuesto a altas temperaturas (concretamente las del horno, aunque también lo he visto reaccionar muy bien a las pistolas de embossing, por si os interesa), encoje. Más o menos se hace 7 veces más pequeño y 7 veces más grueso, pero puede variar según la marca o incluso el horno. Por eso un truco típico es encoger un troco con las medidas reales de una regla, meterlo al horno y ver qué sale. Yo tengo la mía y quedó tal que así.


Veréis que marca hasta el 10, pero no llega a 4.5 cm y medio. Haciendo esta prueba podéis obtener la razón exacta del cambio que sufrirá vuestro plástico. Yo, usando mi mini regla, calculé que tenía que hacer las banderolas tal que así de grandes, para que quedaran luego del tamaño que yo quería.



Pocos materiales para este trabajo: el plástico, 2 rotuladores, reglas, tijeras y perforadora.


Con la perforadora hice dos agujeros en cada banderola, para luego pasarles un cordón. Mi perforadora apenas costó un euro en el chinorris y es perfecta para el plástico mágico porque el agujero que hace es bastante grande y teniendo en cuenta que se va a hacer 7 veces más pequeño, mejor curarse en salud.


Mi fabricante indica que precaliente el horno a 170º. No indica tiempo pero es fácil saber cuando está en su punto. Una vez que pongáis las piezas en el horno van a empezar a girarse y retorcerse. Cuando lo ves da un poco de cosica porque piensas "ya está, al carajo la manualidad", pero no, en poco tiempo mientras se hace cada vez más pequeño y más gordito, vuelve a ponerse plano él solito. Si no está completamente plano cuando acaba el espectáculo hay que sacarlo del horno y rápidamente presionarlo con algo plano. Y Cuando digo rápido es RÁPIDO, porque endurece en segundos y entonces sí, como aprietes, lo partes. Pero don't worry si se os queda abombado porque lo podéis meter infinitas veces en el horno para que vuelva a ablandarse y aplanarse.


Y así quedaron las piezas del collar una vez horneadas. Se puede ver fácilmente el drástico cambio de tamaño con la referencia de las tijeras o de la misma tabla de corte.


Ya que tenía el horno caliente, hice también las otras figuras, que quedaron igual de monas.




Y ya está, chimpún. Así de fácil se trabaja el plástico mágico. Espero que os haya gustado o a alguien le sirva.

Besis!

lunes, 11 de agosto de 2014

Caja secreta o como reciclar un libro horroroso

Hellouses a todos.

Cuando vi hace unos días la convocatoria del equipo de diseñadoras de Up&Scrap no me lo pensé. Tenía que apuntarme. ¡Quiero ser una ladybug!

Hubiese hecho un álbum, ya que últimamente estoy con encuadernaciones experimentales pero por salirme un poco del tiesto (y por tener una excusa para usar mis papeles de Tilda), decidí hacer un libro con un compartimento secreto. Puesto que nunca lo había hecho todo el proceso ha ido un poco entre la intuición y la improvisación, pero una vez terminado, puedo extraer la mejor secuencia de pasos para poder enseñaros a haceros el vuestro.




El tutorial, además, se divide en 2 partes: la parte estructural y la parte de decoración, más de scrapbooking.

Lo primero es encontrar un libro que poder destrozar. Si tienes un libro con pastas duras y bonitas que quieras usar tal cual, sólo necesitas la primera parte del tutorial. En mi casa era un tema peliagudo. Somos muy fans de los libros y destrozar uno no era una opción. A lo mejor si hubiese tenido paciencia hubiese encontrado un libro en el rastro por poco dinero pero la paciencia a veces no es lo mio. Total, que mi sister tenía un catálogo de una exposición horrorosísima y no lo quería, así que me lancé a hacerle un lavado de cara total.


Como se puede apreciar la portada en sí ya es un MELODRAMA y como tenía las pastas blandas, cogí un trozo de cartón (en mi casa se guardan todos los cartones para mis trabajos) para hacerle unas pastas duras que le dieran más cuerpo. Los demás materiales son muy básicos: cola blanca, tijeras, regla, lápiz y un cúter.


Abrimos el libro por alguna de las primeras páginas. Importante, tenéis que dejar AL MENOS UNA sin cortar, para utilizarla como acabado final (luego lo entenderéis). O podéis apartar unas pocas o muchas, eso ya va en el gusto de cada uno. Es más que nada por si queréis tapar el hueco con más páginas, en un suponer de que alguien lo abra. Yo en principio dejé unas cuantas, en parte porque quería tener la opción de camuflar la caja y en parte porque no sabía si iba a conservar las guardas, pero luego acabé cortándolas todas menos una, la que se usa para tapar y punto.

Marcamos con lapiz un cuadro para delimitar la zona que vamos a vaciar del libro. En mi caso, 2 cm de margen por cada lado. Y con la regla, el cúter y perseverancia, se va vaciando el libro poco a poco. Algunos tutoriales que he visto recomiendan pegar primero el libro y luego cortar. La verdad es que da un poco igual.


Poco  a poco se van sacando páginas del hueco.


Y la caja va cogiendo profundidad.



Llegados a este punto, se me caía la mano a pedazos. La verdad es que es durillo el proceso, pero bueno, yo me puse una película para no aburrirme.


Cuando tengáis el hueco todo lo grande que queráis, se pega todo con cola blanca. Por dentro y por fuera. Como yo pensaba forrar las pastas, no quería que se me pegasen al bloque todavía, así que puse otro cartón para separarla y protegerla. Echad la cola con alegría.


Como también quería proteger las páginas y la tapa de delante, simplemente puse un folio. Se me cerró un plis y ya se me había quedado pegada la primera hoja, pero no hay problema. Se pone bajo peso un rato hasta que seque y podemos seguir.


Cuando se seque el mamotreto, si tenéis como yo un folio pegado se le arranca sin muchos miramientos, ya que cuando peguemos encima la página que estamos reservando, va a quedar lisito y perfecto.


De hecho, si tu libro es bonito (o es feo pero precisamente por eso va a ser una caja secreta), y no vas a forrarlo, ya puedes pegarle la hoja final, pero con tu permiso yo me lo reservo para más adelante ;) Ahora voy a explicar como añadir unas pastas gruesas y forrarlas.

Primero se cortan las dos piezas, simplemente tomando el libro como referencia (yo las corté un pelín más grandes).


Para forrarlas, y la decoración en general, estos son todos los materiales que usé. Pero aunque yo lo haya forrado de papel de scrapbook, se me ocurre que quedaría muy bien en tela, o de cuero.


Cortamos papel para las pastas dejando aproximadamente un dedo de margen por cada lado y se recortan las esquinas. Pero ¡ojo! yo metí la pata porque siempre lo hago así, pero para forrar el libro tenía que haber dejado la parte que va dentro intacta para un acabado perfecto. Es decir, sólo hay que cortar las esquinas de la derecha de la tapa trasera y las de la izquierda de la tapa delantera.


Se pone cinta de doble cara en el filo del papel y se coloca tal como se ve en la foto para forrar las tapas originales. Yo además suelo poner una tira de cinta ancha en el centro del cartón, para asegurar.


Se doblan las solapas hacia adentro y ¡tachán! Lo que era un catálogo horroroso ahora es un señor libro con pastas duras y forradas de un papel precioso (como cualquiera de Tilda, claro).



Para acabar el lomo, le he puesto otra tira de papel, con mucha cinta de doble cara, para que aguante el movimiento de abrir y cerrar sin despegarse.


Cambia la cosa, ¿eh? Aquí se aprecia el pequeño defecto que os comentaba por haber cortado las cuatro esquinas del papel.

La elaboración del proyecto se prolongó hasta el día siguiente y me animé a vaciar un poco más. Esta señora con cara de estar regañándome me pareció una señal del universo para parar y pegué la página que he mencionado 20 veces (y le corté el hueco, claro).


Y así se quedan tapadas las marcas de lápiz, y el papel lleno de cola.


Aproveché que pegaba la cubierta trasera al bloque para darle otra capa de cola a las hojas.


Acabé el interior como veis. Pinté el interior del corte de las hojas con pintura blanca, tapé a la señora de mal genio con un papel decorado igual que el que usé como guarda de la portada y además lo enmarqué todo de washi-tape.



Ahora viene lo más divertido: ¡decorar! Y con los pads de Tilda suele ser bastante fácil (os prometo que no me paga nada, es que idolatro a Tone y todas sus creaciones). Unas cuantas decoraciones de las hojas de figuras troqueladas y... voilá!


Para rematar el proyecto quise añadirle una cinta elástica con doble objetivo: estético y de seguridad, para asegurar que si pongo el libro en vertical, no se abra y se salgan las cosas que haya guardadas dentro. Sólo necesitamos estas pocas cositas, e incluso podéis ahorraros la crop-a-dile y los ojales, simplemente cosiendo la cinta por los extremos.


Y así queda con la cinta fija a la portada. ¿No es una cucada?






Y dentro podéis guardar toooodas las cositas y secretos que queráis.




Espero que os haya gustado el proyecto. ¡Besis!